-¡Au, au , au, au! – comencé a gemir dando saltitos por toda la habitación a la pata coja - ¡Algún día todos esos golpes que me das se volverán en tu contra! – le grité a la esquina de la cama, enfadada.

Mi parte de la habitación completamente inmaculada contrastaba con el desorden caótico de mi compañera de cuarto. Me dejé caer sobre la cama perfectamente hecha y me froté el dedo meñique del pie, frunciendo el ceño.

El dolor se iba, pero yo aún estaba a medio vestir. Terminé de quitarme los vaqueros para enfundarme el pijama de verano, ya comenzaba a hacer calor y eso se notaba en el ambiente. Entreabrí la ventana para que entrara la brisa primaveral y respiré el aire del campus…con lo que me vino un intenso olor a marihuana de nuestros vecinos de al lado.

Puse cara de asco y cerré la ventana de nuevo, el mundo estaba contra mí hoy. Tampoco me quedaban dulces, había terminado las tareas de clase y no tenía absolutamente nada que hacer. Me recosté sobre el colchón muerta de aburrimiento y comencé a mirarme las uñas de las manos pensando seriamente en pintármelas para dejar de morderlas.

Al fin se terminaban las clases. Me dirigí a la residencia, con calma. Pasé por una panadería dulcería que pillaba de paso. Cada día preparaban con esmero la mercancía a vender y se notaba en el sabor, el olor y lla textura. Yo no era mucho de dulces, prefería los ácidos, pero sabía que a Emma le iba a dar una alegría. Sonreí complacida al imaginarme su cara de placer al saborear los pasteles que iba a llevarle. Agradecí con una amplia sonrisa la atención prestada por el pastelero, quién era en sí todo un pastel, y continué con mi andanza hacia el edificio que tenía por hogar.

Subí hasta la habitación y ya por el pasillo se notaba el tufo a peo, quiero decir, a porro. Como Emma lo hubiese olido ya me la imaginaba con su cara de disgusto. Me mordí el labio inferior y abrí la puerta del cuarto.

- Buenas tarde! - Exclamé con una amplia sonrisa. Al entrar, siempre encontrabas ese gran contraste: mi cama deshecha, la ropa acumulada en la silla, mis pares de zapatos tirados por todas partes... Y después la zona de mi compañera: orden y perfección por todas partes. - Mira que te traigo.- Le mostré la bandeja forrada con papel y esperé que se levantara de la cama y dejase sus uñas para coger los dulces. - Los vecionos se lo están pasando bien, ¿eh?

Sentí abrirse la puerta de la habitación y me volví hacia mi compañera. Aunque Franky ya se me había adelantado corriendo hacia ella. Realmente no estaba permitido tener un perro en la residencia, pero mientras no hiciera ruido y no causara problemas hacían la vista gorda.

Franky era un cielo de perro y, quitando el hecho de tener que pasearlo a todas horas y bañarlo una vez a la semana, resultaba un gran compañero de cuarto. Se acercó a Lexi para reconocerla y después comenzó a llorar, esperando recibir algún premio.

Me reí y me incorporé, fijándome en el paquete que mi amiga llevaba en los brazos, y yo también me acerquen corriendo.

-Mmmm….¡¡¿¿de qué los has cogido??!! – le quité en paquete de las manos y escogí una caña de crema, dándole un pequeño mordisco.

Ni siquiera me molesté en preguntar si podía cogerlos, dejé el paquete sobre el escritorio y me senté con las piernas cruzadas sobre la cama. Franky se apresuró a subirse a mi lado y apoyar su gran cabezón sobre mi pequeña pierna, llorando. Mojé un poco de crema en el índice y se lo ofrecí a mi goloso perro.

-Se supone que todos los perros son diabéticos, terminarás ciego – le regañé -. ¿Qué has estado haciendo hoy? ¡He visto a Logan!

Comenté mirando de nuevo a mi amiga.

El olor a dulce no se escapaba del fino olfato del perro de Emma. Era una criatura extraña el Franky, feo como el solo, tan feo que resultaba bonito. Dejé que me oliese para que me reconociera, pero después no le puse mucho asunto, esperaría a que se relajase para después saludarlo, aunque con el olor a comida dudaba que se fuera a relajar.

Una vez liberada del paquete de dulces, tiré todas las demás cosas sobre la silla, bueno... Sobre todas las cosas que habían encima de la silla. Mañana tendría que recoger, mañana. Me tiré sobre la cama, mirando al techo y después giré la cabeza hacia la cama de Emma, sobre la cuál estaba ella sentada con sus piernas cruzadas y la mascota a su lado, esperando catar la crema que le daba. No sabía como ese bicho obeso podía saltar con tanta agilidad.

- ¿En serio? ¿Cómo está? - No había nada que mencionar de mi dia, así que opté por seguir la conversación de Logan. - ¿Su novia está a punto de dar a luz, no? -La miraba a la cara desde mi posición, no me apetecía ni quitarme la ropa, pero después me daría una ducha que seguro me venía bien, sobre todo con ese ambiente primaveral que empezaba a hacerme sudar.

Franky trató de alcanzar mi caña pero la alejé de él. Me estiré sobre la cama para alcanzar la mesilla de noche y coger una bolsa de dulces para perros del primer cajón. Le di a oler un pequeño hueso y se lo tiré a la esquina de la habitación. Franky saltó detrás de él, derrapando en la alfombra y resbalando con el parqué.

Pobre, era demasiado grande para las diminutas patitas que tenía, lo volvían torpe. Lo observé devorar su hueso, probablemente encontraría los restos más tarde bajo mi almohada, como de costumbre. No se le ocurría lugar mejor para enterrarlos.

Me volví hacia Lexi, que se había dejado caer sobre la cama, no parecía tener ánimos para cambiarse de ropa u ordenar su parte de la habitación. Me reí sin poder evitarlo, nunca cambiaría.

-Parece ser que ya dio a luz. ¡Gemelos! – abrí los ojos horrorizada – Nunca me imaginé ver a Logan como padre, es como antinatural o algo parecido…

Sacudí la cabeza.

Observé divertida las aventuras de Franky en caza del hueso. Había que mirar las cosas por el lado bueno, siempre teníamos un entretenimiento. A nadie le hacía gracia alguna compartir habitacion con un perro, era el inconveniente que todos le veían a mi amiga. Emma era la mejor compañera que se pudiera imaginar, ordenada, limpia y responsable (sentía de veras que ella no pudiera decir lo mismo de mí) y Franky se portaba bien, en la medida que un perro puede compartarse.

Devolví la vista hacia mi golosa compañera y me incorporé de golpe ante la noticia. Me sentí un poco mareada por haberme erguido con tanta rápidez, pero era lo último que me esperaba. Helene se había portado muy bien conmigo cuando llegué a Florencia. Al ser una metamorfa, al igual que yo, me había enseñado cuánto sabía y me había ofrecido su disposición para cualquier duda. Sin embargo, hacía bastante tiempo que no sabía de ella, puede que en parte por culpa mía. Cuando supe de su estado no quise incomodarla con mis dudas, ella debía estar tranquila y como su novio era el mejor amigo de Emma, siempre sabía de ella de alguna u otra forma, y eso me hacía estar menos pendiente.

- ¿Gemelos? - Me llevé la mano a la frente por el mareo, tambié por la sorpresa. - ¡Pobres chiquillos! - Exclamé. Estaba boquiabierta, tanto que notaba como me dolía la mandíbula. - ¿Crees que están preparados para algo así? - Miré a Emma preocupada, Helene me parecía muy joven y Logan... Siempre pensé que a Logan le gustaba un poco mi amiga.

Me reí con ganas ante la reacción de Lexi. Ella era otra de las personas a las que me costaba ver con niños, aunque algún día, dentro de muuuucho tiempo, sentaría la cabeza. Después mi semblante se ensombreció ante su comentario.

-Yo creo que dos niños es mucha responsabilidad, y más a su edad pero…mis padres también eran jóvenes cuando me tuvieron. Ya sé, eran otros tiempos pero, aún así… Tú conoces mejor a Helene, puedes decir si crees que está preparada.

Pensé en la última vez que había visto a la chica, parecía del tipo que se comprometía con lo que hacía. Era duro ser madre a cualquier edad, podría adaptarse, estaba convencida.

-Logan parece muy emocionado con la noticia, realmente está entusiasmado con los bebés – sonreí -. Yo creo que lo harán bien…o tan bien como lo podría hacer cualquiera.

Así era Emma, poniendo confiaza en los demás. Yo arrugé los morros sin terminar del todo convencida. Podía decir que Helene era una persona responsable y que podría con cualquier cosa, pero sacar adelante un niño tan pequeño requería de cierta estabilidad, cuánto más dos. Puse los ojos en blanco, por unos momentos. - Helene lo está. Pero no le va a ser fácil. - Me mordí el labio inferior, tenía que hacerle una visita lo antes posible. - No lo dudo. - Hice un amago de sonreír.

Franky había terminado de comerse el dulce que le tiró su ama y regresó a los pies de la cama para probar suerte y que otro huesesillo le cayera. - Tenemos que hacerles una visita, ¿no crees?

Me levanté de la cama y tomé entre las manos el pinta uñas. - ¿Probando emociones fuertes? ¿No crees que es un color demasiado cantoso? - Era una broma fácil. Mi compañera siempre era muy recatada, pudiera ser que atreverse con nuevos colores fuera el principio para soltarse la melena.

Sonreí ante la idea de visitar a Helene y a Logan, era lo que él me había dicho al mediodía. Me encantaban los niños y aquellos tenían que ser preciosos. Aunque últimamente no me sentía tan a gusto con Logan como de costumbre. Junto con los sueños extraños me estaban dando quebraderos de cabeza.

Observé a mi perro sentarse expectante a los pies de la cama, pero con una golosina le bastaba. Lo miré frunciendo el ceño y él emitió gemido lastimero, pero recostó su enorme cabezota sobre las patas delanteras, sin quitarnos el ojo de encima.

-Me encantará hacerles una visita, aunque el señor Franky se queda en casa – lo señalé con el dedo índice -. Los bebés no necesitan sus mimos de momento.

Además, el perro era un bruto. Lexi se había levantado para alcanzar un pintauñas que yo no habría usado en mi vida. Pero por una vez me apetecía hacer algo distinto. Podía comenzar por ponerme un color de uñas fulero…lo siguiente sería poerme un piercing. Sacudí la cabeza ante la mera idea.

-Venga, dale con el pintauñas – y extendí mi pie derecho hasta su cama.

El pinta uñas era de color rojo intenso. Me senté sobre la cama de Emma, cuasando que se deshiciera y abrí el bote de pintura. Me lo pasé por la nariz para olerlo bien. - Mmm ¡Me encanta! Trae el pie aquí, será más fácil.

Al pobre Franky parecía no haberle gustado eso de quedarse encerrado y solo. Una idea loca se me pasó por la mente. - No creo que Franky les moleste. - No miraba a mi compañera, porque estaba ocupada, tratando de que la laca quedara perfecta sobre las uñas de sus pies. - Puede que esos niños hagan cosas extraordinarias... - Esta insinuando que pudieran ser metamorfos.

Ya había terminado con la primera mano de pintura. Regresé al dedo meñique para repasar. - Te me vas a echar a perder. Uñas rojo puta... ¿Qué será lo siguiente? Una noche de desenfreno. - Dije carcajeando, intentando no hacer una desgracia en sus dedos.