Esperaba realmente saber algo de James. No es que me importara. Bueno sí, si me importaba y demasiado. Tenía sentimientos encontrados respecto a él. Recordaba la última tarde que habíamos hablado, más bien la primera y única tarde lluviosa. Por un lado, una parte en mi interior me gritaba que me alejara de él. Como esos tipos de instintos de supervivencia que salen cuando estas en peligro. Pero... esos gritos de precaución se ahogaban en mí, ante la necesidad de permanecer cerca suyo. Me había rehusado a admitir que me sentía atraída hacía James. Aunque simplemente me engañaba a mi misma ante esa idea absurda, tratando de negar algo que era más que evidente.

Después de una larga ducha y después de arreglarme un poco, encendí el televisor y me tumbé sobre el sofá, cambiando constantemente de canales. No había nada que captara del todo mi atención, pero eso ya era cosa de todos los días. Pensé rápidamente en llamarlo. ¿Pero cómo rayos lo haría? No habíamos intercambiado precisamente números telefónico, o tampoco me había dicho dónde vivía. Simplemente después me había acompañado a mi casa. Ahí la respuesta, si él realmente hubiera estado interesado en mí, habría ido a casa después para verme o hablar conmigo. Suspiré con pesar, lo mejor que podía hacer era olvidarme de que alguna vez había visto y hablado con James Brandon.

Tomé un cojín y lo abracé intentando centrar mi atención en el último canal que estaba mirando. Dónde había comenzado una película de ángeles y demonios. Justo cuando estaba adentrándome en la historia de la película sonó el timbre. Puse los ojos en blanco y me dirigí a la puerta para abrirla. Entonces me quedé sorprendida ante la persona que estaba frente a mí.

Lo observé caminar, de manera grácil e imponente. Era como si tuviera un letrero en su frente que decía "Puedes mirarme, pero no tenerme" Y emanaba masculinidad por cada poro de su piel y en cada paso que daba se podía notar y percibir. Era imposible etiquetar a James como el chico apuesto y común, por supuesto que era apuesto, demasiado... pero para nada común. Tenía una gran fuerza de atracción, y era imposible no percatarse de su presencia no importaba si estuvieras a metros de distancia de él.

No esta segura de cómo me sentía exactamente. Pero intenté dejar de lado todo eso y concentrarme en quien tenía dentro de mi casa, pero no era como si pudiera poner atención en alguna otra cosa teniendo a James sentado en el sofá.

Caminé a la cocina por un vaso con agua para él, y cuando me giré para preguntarle si la quería con cubitos de hielo le hizo un cumplido a mi casa para después guiñarme el ojo, entonces me quedé en blanco. Con un simple gesto, tan sencillo como ese, logró que mi corazón se acelerara. Mantuve la compostura y le sonreí -Muchas gracias-le contesté caminando de nuevo hacia la cocina.

Tomé un vaso y lo llené de agua con un par de cubitos de hielo. Al regresar lo encontré sentando en el mismo lugar. Le extendí el vaso y me senté junto a él, dejando un poco de distancia entre ambos, una distancia que no me agradaba en absoluto. -Es bueno verte otra vez, ¿no te enfermaste después del paseo bajo la lluvia?-le pregunté con una sonrisa en el rostro ante el recuero de ese maravilloso día.

Todas esas cuestiones que me ocurrían cuando lo tenía cerca significaban algo que no quería mencionar en voz alta. Porque no deseaba hacerme estupidas ilusiones, y al final terminar siendo una más en la lista de las conquistas del atractivo y conquistador James Brandon. ¿La milesima quizá? Aunque eso era exagerar. Mil conquistas eran demasiadas. Pero para James... pensandolo bien no tanto. Pero no podía quitarme la boba sonrisa de mi rostro cada vez que estaba con él. O me era imposible sostenerle la mirada sin sonrojarme completamente. Ya me encontraba bajo sus encantos, el problema ahora era como salir victoriosa de ellos. Pero ya me sentía derrotada de antemano.

Observé la gracia que tenía al beber el agua de un solo trago, ¡Por Dios! Hasta tomando agua era completamente perfecto. Estaba comenzando a asustarme mi manera de verlo. No era algo normal que hasta por ese pequeño acto lo encontrara atractivo.
Me quedé algo pensativa ante la manera que dijo que era díficil de enfermar. Aún había algo que no encajaba con James, algo alarmante pero atrayente a la vez. Y no sabía si iba a salir bien librada de ello.
Me quedé mirandolo con los ojos un poco abiertos ante su guiño y comentario. ¿Estaba coqueteando conmigo? ¿Eso hacía? Porque a mi me lo parecía con toda certeza. -Oh! Gracias...-dije sonrojandome un poco, pero esta vez sin apartar la vista de él. De pronto caí en cuenta que si dejaba de mirarlo sería un completo desperdicio del tiempo que estuviera allí en mi casa.-Y tú... al parecer también eres perfecto... quiero decir... yo bueno, no quería decir eso.-Nada de lo que salía de mi boca parecía coherente en absoluto y en mi mente las oraciones tampoco tenían sentido. -Quería decir que luces a la perfección... Es que bueno, eres... perfecto. Por eso me gustas.-me mordí la lengua ante la última frase delatora que salió de mis labios. Me tapé la cara ante la verguenza que sentía en ese momento. Yo le había dicho que me gustaba, y eso sin duda no estaba nada bien. Nada, nada bien. Pensaba en maneras de remediar lo que había dicho, pero no encontraba nada bueno que me salvara de la metida de pata que tuve.